Tres días más tarde, con la tabla vendida, la funda regalada, desde un parking de camioneros en Barstow, con los hombros reventados por haber entrado tres veces en un día más la mañana siguiente, y habernos ido justo cuando llegaba el swell, pero disfrutados unos baños fofos y más grandes, vamos camino de Las Vegas y del Gran Cañón de Colorado. Mucha agua, lo que se dice no estamos encontrando, ya que si se te cae una gota al suelo antes de llegar a tocar se ha evaporado. Veremos los caprichos de la naturaleza y más tarde los del hombre, y echaremos alguna monedita por si hay suerte...
Por cierto, ayer viví en directo a cinco metros según remontaba dos delfines cogiendo una ola, y no eligieron una pequeña precisamente, estuvieron jugando un buen rato entre nosotros.
Un abrazo!!
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